martes, 7 de abril de 2009

Medicina basada en la evidencia: un reto para el médico contemporáneo

La Medicina Basada en la Evidencia (MBE), cuyos orígenes filosóficos se remontan a la mitad del siglo XIX en París o incluso antes, resulta actualmente un tema de gran interés para clínicos, médicos, otros profesionales de la salud y los especialistas en la información, entre otros.1 Esta nueva área del conocimiento es el producto del desarrollo de:

  • La metodología para los ensayos clínicos, a partir del impulso infringido por Bradford Hill durante las décadas de los años 50 y 60, así como del metanálisis dos décadas después.
  • La epidemiología clínica como disciplina, que, durante los años 80, progresó cualitativamente con las obras de Feinstein, Spitzer, Rothman, Sackett y otros destacados especialistas en esta rama del saber.
  • Las agencias de evaluación de tecnologías sanitarias, cuya aparición tuvo lugar también en los años 80, en Europa y Estados Unidos.
  • La Bioética como disciplina a partir de los 70, que cuestionó el modelo asistencial basado en la autoridad del médico y propuso otro con un mayor respeto a la decisión del paciente.
    Las nuevas tecnologías de información y comunicación, que facilitaron la búsqueda, recuperación, manejo y utilización de este recurso decisivo.

El presente trabajo se propone exponer un conjunto de elementos teóricos básicos sobre la MBE, así como su introducción en Cuba, estado actual y perspectivas futuras.

Métodos
Para la búsqueda de la información existente sobre el objeto de estudio, se utilizaron, tanto los conocidos buscadores generales Yahoo y Google como los temáticos: Biome, Medical World Search (MWSearch) y Medexplorer, así como la base de datos Medline, la Biblioteca Virtual de Salud de Cuba y de Bireme, además de múltiples revistas especializadas como Evidence Based Medicine, Evidence-Based Practice, etcétera. Los términos empleados fueron: Medicina basada en Evidencia, Práctica basada en la evidencia, clasificación de las evidencias, metanálisis, y otras relacionadas con ellas, en idioma inglés y español.

Nociones teóricas básicas sobre la medicina basada en la evidencia
La MBE es una respuesta natural a la necesidad de crear un nuevo modelo de asistencia médica capaz de integrar los resultados sólidos y clínicamente útiles de las investigaciones que tienen lugar en el sector de la salud con la práctica clínica diaria, con vistas a lograr una atención de alta calidad, soportada en los avances más recientes en las áreas de la biomedicina, la química, la tecnología, las humanidades, etcétera. La MBE no es más que el uso concienzudo, explícito y juicioso de la mejor evidencia existente para tomar decisiones sobre el cuidado de pacientes.1-8
Significa integrar la experiencia individual con la mejor evidencia clínica externa disponible y proveniente de la investigación sistemática.
La experiencia, pericia o maestría individual comprende el conocimiento y la habilidad del médico para realizar un buen diagnóstico, para manejar prudentemente los problemas clínicos, para balancear beneficios y riesgos, para considerar los derechos y preferencias del paciente individual cuando se toman las decisiones para su cuidado, entre otros aspectos.
Las evidencias clínicas externas abarcan, tanto los resultados de las investigaciones relevantes para un problema determinado, realizadas con el auxilio de los diseños y pautas establecidas internacionalmente para su ejecución, como las investigaciones clínicas que se practican a los pacientes (interrogatorio, examen físico y complementarios: como los de laboratorio, imagenológicos, etc). Dichas evidencias se emplean a lo largo de toda la cadena de la actividad clínica: prevención, diagnóstico, terapia, pronóstico y rehabilitación.
Las evidencias se utilizan de forma consciente, se emplean consistentemente en cada paciente donde sean relevantes.4 El uso juicioso exige la incorporación de la pericia clínica para establecer un equilibrio entre riesgos y beneficios, según los estudios diagnósticos y las alternativas para cada paciente.
Además, se deben considerar las circunstancias clínicas únicas, características de los pacientes, incluidas el riesgo basal, las condiciones comórbidas y las preferencias individuales.

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